Fuí hacia aquella esquina sabiendo que la encontraría y así fué.
Caminaba despacio, con una cámara en mano, buscando una buena imagen de ella para esas letras desde las que la recordé.
Por cortesía me acerqué a pedir su aprobación, y la negó, al menos de momento.
Su imagen sigue pendiente.
Mientras hablaba con ella, y ella esperaba a Jesús, noté que en sus ojos había residuos de lágrimas... le pregunté si podía ayudarla. Su respuesta fué con marcada intranquilidad: "estoy preocupada porque no llega Jesús; no se si le pasó algo". Lo dijo mientras sus ojos buscaban en el horizonte la silueta aquella que ella ama.
No supe que decir.
Me pregunté en silencio si sería mejor estar así, o entender plenamente la realidad... y justo a mitad de mis cuestionamientos internos, ella dijo:
"Él no ha muerto. Yo puedo seguirlo viendo, aunque ustedes ya no puedan".
¡Cuanto aprendí con esa frase!
CERRAR CICLOS
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Los cambios externos y visibles suelen indicar procesos de cambio internos.
La vida es un constante caminar, y al hacerlo aprendemos, y al aprender
cambiam...
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