Un niño que pesa mucho en mi vida desde aquel día en Marzo en que me regaló un dulce y sus sonrisas sin conocerme.
Un niño que en su lucha contra la leucemia camina por la vida sonriendo, pese a todo, y regalando grandes enseñanzas de vida a quienes le conocemos.
Lo amo como hijo. Lo amo como hermano. Lo amo como amigo. Lo amo como alumno. Lo amo como maestro.
Y lo acompaño a sus luchas diarias, y a ese cuarto, que sabe a angustia y huele a medicina, donde las quimioterapias torturan su cuerpo en ese intento de matar el mal.
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